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El foso de las ranas

  • Foto del escritor: Analía Fiorentino
    Analía Fiorentino
  • 3 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

Cuenta la historia que había gran un grupo de ranitas que solían ir a divertirse al bosque, saltaban y cantaban hasta la noche. Un día decidieron tomar otro camino al bosque y sin darse cuenta tres ranitas cayeron en un foso profundo del que ninguna se había percatado. Las ranitas restantes se conmocionaron y al ver la profundidad las dieron por perdidas, comenzaron a hablar entre ellas lo imposible que era salir de ese lugar, que no lo iban a lograr - ya las perdimos, se dijeron. Mientras tanto las ranitas en el foso saltaban y caían, pero más escuchaban a las de afuera de que no lo iban a lograr, más se desanimaban y más bajo saltaban, así fue como dos de ellas se rindieron y dejaron de intentarlo, en cuanto a la tercer ranita siguió intentándolo hasta que al cabo de un tiempo pudo salir.

Al cruzarse con una del grupo de afuera ésta le preguntó - ¿cómo lo logró?, sin embargo la ranita ni se inmutó: ERA SORDA.


Siempre me fascino este cuento, tan simple nos muestra lo vulnerables que podemos ser a la mirada del otro, le damos el poder de creer por nosotros y sin darnos cuentas comenzamos a vernos a través de sus juicios incluso desde la amorosidad de nuestros seres queridos cuando le damos el control de lo que debemos y podemos, caemos en esa fosa, entregamos nuestro poder y nos convertimos en víctimas de las circunstancias, comenzamos a transitar el camino por donde nos lleva la vida, perdemos tiempo y motivos por los cuales vivir la vida ya que no son los nuestros ... Ser una víctima tiene su beneficio encubierto: "yo soy así porque a mí me hicieron esto o aquello, no me quedo de otra" etc... y así transitamos justificandonos de nuestra infelicidad, echando culpa y lo que es peor presos sin hacer nada al respecto, nos dejamos caer en la fosa y dejamos de saltar, en el fondo y muy a pesar de la infelicidad es más cómodo que hacerse cargo de vivir la vidad siendo responsable de las acciones de las buenas y de las malas, hacerse cargo de lo que digo, pienso y siento, todos en gran medidas caemos en algún momento en la desconección de lo que siento, digo y hago. Esta incoherencia muchas veces se debe al peso que nos da ser sinceros pensando en el daño que podemos hacer al otro y en realidad el daño lo causamos doblemente al otro y a mi, nos quitamos poder al obrar desde el otro y le quitamos poder al interpretar desde mi al otro, esto parece un enredo pero cada vez que no estoy actuando desde la franqueza conmigo creyendo que lo hago por otro sin saber realmente lo que sí quiere le quito poder a él y a mi.


Este tiempo nos da la gracia de conectarnos con nosotros mismos, de mirarnos y escucharnos en lo más profundo, dejemos de ser sordos para nosotros y tomar las voces externas como nuestras.

Te propongo respirar y escucharte, desconectate de los medios y las noticias, desconéctate del ruido que tapa tu voz interna, sentate a tomar mate con voz misma y escucha que te pasa, qué querés, qué le gusta y que no, reconoce tu sombra que aunque no nos gusta sigue siendo propia y está ahí. Y simplemente recupera tu poder!



Si te gusto compartilo, si queres más información dejame un msj con tu inquietud y te responderé con gusto como tambien te puedo acompañar en tu proceso de empoderamiento.

 
 
 

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